Hay que joderse

Vaya, pues sí. Un día me llama un cliente y me dice:
-¿oye, tú con cuantos nombres trabajas? Yo le digo.

Con uno, Tovar- Ya que en realidad me llamo así.

Y me dice el cliente:
-Es que aquí se ha presentado un tío con unas imágenes de trabajos que me has hecho, pero bajo otro nombre, ¿es representante tuyo?
Podéis imaginar la situación, las llamas me salían por la orejas y la sangre se me iba licuando fruto de la ira.

Le pido el nombre y vaya un tío que estuvo unas semanas antes en mí despacho preguntando lo típico que preguntan los novatos, ¿cuánto cobras? ¿cómo iluminas? Materiales, etc. Incluso logré pasarlo de 3ds Max a LightWave – Es que en esa época yo era un proselitista-.

Pues resulta que el buen mozo se había bajado unas imágenes de una página web que tuve -qué tiempos, las imprimió, se hizo unas tarjetas y el se dedicaba a intentar calzarse a mis clientes.

Y como encima el tipo era muy, pero que muy ceporro, dejaba las muestras con lo que ya tenía un par de testigos. Así que llamada de teléfono, acojonamiento hasta las meninges a base de amenazas de juzgado, sacarlo a prensa, dar a conocer su nombre en la asociación de ilustradores, circular a clientes y potenciales clientes, etc. Y el tema se solucionó radicalmente.

Hoy en día tiene un despacho en Gandía y no digo más que después todo se sabe.

Muy mal , oiga.

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