Ideas para una historia

23/11/2020 – 47 días desde el fin del mundo.

Es hoy, por fin. Tendremos la oportunidad de realizar el ataque final, después de largos cuarenta y siete días de lucha.

Sinceramente no recuerdo la última vez que dormí más de dos horas, o cuando fue la última vez que me afeite, o la última vez que comí una comida caliente, esas cosas que hace no más de un mes y medio parecían indispensables y cotidianas, hoy parecen tan lejanas como irreales.

Tengo que admitir que no tengo la más mínima confianza en el ataque que hoy realizaremos, ni tampoco en mí supervivencia.

El día comenzó como cualquier otro, un estallido a lo lejos, y luego una sucesión de ataques de mortero, para luego terminar con ataques furtivos de infantería. O al menos como parecían ser todos los días luego del día más oscuro de la humanidad.

El capitán asigno a la escuadra alpha en una misión de búsqueda de suministros, el objetivo era simple, atacar un bunker enemigo y registrarlo en menos de 45 minutos.

Cada escuadra estaba compuesta por unos diez hombres, el líder de escuadra, dos artilleros, dos fusileros, un ingeniero, un francotirador, un demoledor, y dos comandos.

El capitán de escuadra Frank, organizo a sus hombres y partieron hacia su objetivo.

El general de campo Albert s. Eingrave estaba encargándose de informar a sus subordinados.
-Señores, es hoy, el día que hemos esperado por cuarenta y siete días, la hora final, el momento en el que probaremos de lo que estamos hechos. Ninguna de las batallas que hemos luchado se asemeja a esta, lo que suceda hoy cambiara la historia. Ya sé que muchos desconfían del plan, pero en lo más profundo de mi ser, se, y ustedes lo presienten. Esta es nuestra última opción, muerte o memoria.

En la avanzadilla, león estaba concentrado en el horizonte, como los últimos dos días no mucho sucedía. Algún animal, pero nada peligroso. la calma antes de la tormenta pensó, y vacilo. Pero ese día, algo le inquietaba desde la mañana, y ya con el sol en su máxima altura creía que su inquietud estaba por aplacarse, que un acontecimiento iba a cambiar su suerte.

Carlos observo el horizonte.
-Otro día en el paraíso – Susurro entre dientes -.

Como desde hace dos días, recorría el ahora desierto, en el cual anteriormente se había encontrado una gran metrópolis. Algo hizo que se le erizara la piel, los sonidos de pasos humanos. Atónito se refugio en un crater, esperando así no ser descubierto. Pero algo le sorprendido más, voces, se acercaban hacia el, o al menos así parecía.

Escuho atentamente:
-Artilleros, cubran la posición – dijo una voz ronca -.
-Afirmativo -confirmaron unas voces potentes -.
-Ingeniero active el escáner. El resto de ustedes, mantengan los ojos abiertos -otra vez el primero-.

Carlos creyó que era hora de revelarse, me vendrá bien algo de compañía humana reflexiono.
-No disparen chicos, somos de mismo bando – dijo con las manos en alto mientras abandonaba el crater.