Rocky balboa

A pesar de sus muchos defectos -se basa casi en un 100% en hurgar con el dedo en el factor nostalgia del espectador- Rocky balboa se presenta como un digno final a la saga pugilística más conocida. Lejos de las fantasmadas de las indignas secuelas, RB retoma el aire intimista de ese primer Rocky que sorprendió a propios y extrañós hace ya un montón de años y nos cuenta la historia del ocaso de quien fuera un gran boxeador a quien no le queda más remedio que vivir de sus éxitos pasados.

Stallone es consciente del material con el que cuenta y hace lo mejor que podía hacer, coger las buenas ideas de su primer Rocky y exprimirlas una vez más durante un viaje al pasado de apenas 90 minutos. Pero lo que es el principal acierto de la cinta se humilde también en su mayor error, ya que, al dedicar tanto tiempo a contarnos cómo es la vida actual del potro italiano se olvida casi por completo de desarrollar la parte pugilística del guión. El resultado es un final apresupuestorado, aunque no exento de épica, en el que nos encontramos con las repentinas ansias del bueno de sly por partirse la cara con un chaval 40 años más joven que él.

Aun así, la película cumple su cometido. Entretiene y se hace corta, emocionando a poco que seas fan del saco de músculos, lo que la humilde en un digno final para una saga que el tío sly jamás debió haber pervertido de semejante manera.

Lo mejor: rencontrarse con un personaje querido y ver que se le ha tratado con dignidad.

Lo peor: aparte del factor nostalgia, la película no cuenta mucho más.

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